Espiritualidad en lo cotidiano
JUNIO, MES DEL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
“He aquí este corazón que tanto
ha amado a los hombres, y no recibe sino desprecios y ofensas.”
La misericordia del Corazón de
Dios es de generación en generación y se extiende hasta aquellos que le aman. Cuando
el corazón del hombre se endurece, Dios busca todos los medios para atraer con
hilos de amor al hombre; es tan poderoso su amor que cualquier acto, incluso el
más sencillo y humilde hace para atraer al hombre; como siempre busca almas que
le acojan, y así despreciado como cuando quiso estar más cerca de los hombres,
queriendo hacer su morada, en la Encarnación, los suyos no lo acogieron, pero
aquellos que acogieron el Verbo de la vida, les dio la capacidad de ser hijos
de Dios, nacidos de lo alto (Evangelio de San Juan cap. 1).
Él nos busca como el amante
busca a la amada, y la rescata porque Dios quiere desposar a la humanidad con
él; por ello no se cansa de amar y aun de ser despreciado, traicionado, incluso
golpeado es un amor que la razón no entiende porque ese amor es de locura hasta
la muerte si es el caso.
Aquí les ofrezco el amor de Jesús
por la humidad a través de una santa, Margarita María Alacoque, que con
un corazón dulce y sencillo se dejo quemar por este amor hasta ser instrumento
bendito para acercar los corazones humanos al corazón divino que arde de amor
por nosotros. Sus promesas, tres armas para la lucha, tres deseos ardientes,
hija de María, amante del Santisimo sacramento, todo por amor, amiga de los
fieles difuntos, las revelaciones; y finalmente las promesas del corazón de Jesús
a Margarita María Alacoque.
La Gran
Promesa del Sagrado Corazón de Jesús
Yo prometo, en el exceso de la
misericordia de mi Corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos los que
comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia
final. No morirán en mi desgracia, ni sin recibir los Sacramentos, y mi Corazón
será su refugio seguro en aquella última hora.
TRES ARMAS PARA LA LUCHA
Margarita recibió del Señor tres armas necesarias en la lucha que debía
emprender para lograr la purificación y transformación.
La primera arma:
Una conciencia delicada y un profundo odio y dolor ante
la más pequeña falta.
La segunda arma: La santa obediencia.
La tercera arma: Su Santa Cruz.
Hija de María, devotísima del Santísimo Sacramento
Sus amigas, las almas del purgatorio
Agudas pruebas
Sus tres ardientes deseos
Sus grandes deseos fueron siempre:
-Deseo de amar a Dios y recibir la santa Comunión
-Deseo de padecer. A consecuencia del deseo de amar,
quería dar su vida puesto que no tenía nada más que dar.
-Deseo de morir, así podría unirse con su gran Amor. Pero se conformaba con vivir hasta el día del Juicio,
si esto era la voluntad de Dios, esta separación le dolía más que mil muertes.
Siempre iba junto al amor de Dios la más tierna caridad con el prójimo y
mas con sus hermanas de religión.
Vence a sus repugnancias por amor.
La entrega al Señor antes que la acción.
REVELACIONES DEL CORAZÓN DE JESÚS A MARGARITA MARÍA ALACOQUE
Primera revelación
El 27 de diciembre de 1673, día
de San Juan el Apóstol, Margarita María, que tenía solo 14 meses de profesa y
26 años de edad, estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el
Santísimo Sacramento expuesto en la capilla. Era el momento de la primera gran
revelación del Señor. Ella lo cuenta así:
“Estando yo delante del
Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por Su divina presencia. El
Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me
descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón
Sagrado.
El me dijo:
“Mi Divino Corazón, está tan
apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo
contener en el las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame
valiéndose de ti y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos
dones que te estoy descubriendo los cuales contienen las gracias
santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición.
Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo
obra mía.”
“Luego,” continúa Margarita, “me pidió el corazón,
el cual yo le suplicaba tomara y lo cual hizo, poniéndome entonces en el suyo
adorable, desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en
el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como llama encendida en forma de
corazón, poniéndolo a continuación en el lugar de donde lo había tomado,
diciéndome al propio tiempo: “He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi
amor, que encierra en tu costado una chispa de sus mas vivas llamas, para que
te sirva de corazón y te consumas hasta el último instante y cuyo ardor no se
extinguirá ni enfriará.
De tal forma te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Y como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el presente solo has tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón.”
De tal forma te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Y como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el presente solo has tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón.”
Después de este favor tan
grande, Margarita quedó por muchos días como abrasada toda y embriagada y tan
fuera de si que podía hablar y comer solamente haciéndose una gran violencia.
Ni siquiera podía compartir lo sucedido con su superiora lo cual tenia gran deseo
de hacer. Tampoco podía dormir, pues la llaga, cuyo dolor le era tan grato,
engendraba en ella tan vivos ardores, que la consumía y la abrasaba toda.
A partir de la primera
revelación, Margarita sufriría todos los primeros viernes de mes una
reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa que le sucedería hasta su
muerte. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para
manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los secretos de su amable
Corazón.
Entre estas visitas le decía el
Señor, “Busco una víctima para mi Corazón, que quiera sacrificarse como
hostia de inmolación en el cumplimiento de mis designios.” En su gran
humildad, Margarita le presentó varias almas que, según ella corresponderían
más fielmente. Pero el Señor le respondió que era ella a quien había escogido.
Esto no era sino ocasión de confusión para Margarita pues su temor era que
llegasen a atribuir a ella las gracias que del Señor recibía.
Segunda revelación
Unos dos o tres meses después de
la primera aparición, se produjo la segunda gran revelación. Escribe Margarita:
“El divino Corazón se me
presentó en un trono de llamas, mas brillante que el sol, y transparente
como el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas y
significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en la
parte superior…
…la cual significaba que, desde
los primeros instantes de su Encarnación, es decir, desde que se formó el
Sagrado Corazón, quedó plantado en el la cruz, quedando lleno, desde el primer
momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la
pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir
durante todo el curso de su vida y en Su Santa Pasión.”
“Me hizo ver, ” continúa Margarita, “que el ardiente deseo que tenía
de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que
los precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de
manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia,
de gracias, de santificación, y de salvación que contiene, a fin de que cuantos
quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan,
queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del
Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de su
Corazón de carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mi sobre el
corazón, para grabar en el, su amor y llenarlo de los dones de que está
repleto, y para destruir en él todos los movimientos desordenados. Que
esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su
santa imagen para tributarle honores, y que tal bendición sería como un último
esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos
de la Redención amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que
pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor,
que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta
devoción.”
En esta segunda gran revelación,
Nuestro Señor empezó a descubrir sus intenciones y formular sus promesas. La
imagen del Sagrado Corazón de Cristo es el símbolo de su ardiente amor hacia
nosotros, el cual había entregado sin condiciones, y el Señor quería que
esta imagen se expusiese en las casas o llevarse sobre el pecho en forma de
Medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes lo
veneraban. Pero por el momento Margarita no podía decir nada de lo que había
visto pues no había llegado la hora. Estas revelaciones tendrían que pasar
primero por muchos exámenes y sufrir mucha oposición. Y aún había mucho más que
Jesús quiera revelar.
Tercera revelación
En lo que probablemente era el
primer viernes de junio de 1674, fiesta de Corpus Christi, tuvo Margarita la
tercera gran revelación.
Una vez entre otras, escribe
Sta. Margarita, “que se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de
sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos
mis sentidos y potencias, Jesucristo mi Amado se presentó delante de mi todo
resplandeciente de Gloria, con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y
despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de todas partes pero sobre
todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; y, habiéndose
abierto, me descubrió su amante y amable Corazón.”
Entonces Jesús le explicó las
maravillas de su puro amor y hasta que exceso había llegado su amor para con
los hombres de quienes no recibía sino ingratitudes. Esta aparición es mas
brillante que las demás. Amante apasionado, se queja del desamor de los suyos y
así divino mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar nuestro amor.
Le dirige las siguientes
peticiones:
º Comulgarás tantas veces cuanto
la obediencia quiera permitírmelo;
º Jueves a viernes haré que
participes de aquella mortal tristeza que Yo quise sentir en el huerto de los
olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de sufrir
que la muerte.
º Por acompañarme en la humilde
oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis congojas, te
levantaré de once a doce de la noche para postrarte durante una hora conmigo;
el rostro en el suelo, tanto para calmar la cólera divina, pidiendo
misericordia para los pecadores, como para suavizar, en cierto modo, la
amargura que sentí al ser abandonado por mis apóstoles, obligándome a echarles
en cara el no haber podido velar una hora conmigo…
“Una vez, estando expuesto el
Santísimo Sacramento, se presentó Jesucristo resplandeciente de gloria, con sus
cinco llagas que se presentaban como otro tanto soles, saliendo llamaradas de
todas partes de Su Sagrada Humanidad, pero sobre todo de su adorable pecho que,
parecía un horno encendido. Habiéndose abierto, me descubrió su amabilísimo y
amante Corazón, que era el vivo manantial de las llamas. Entonces fue cuando me
descubrió las inexplicables maravillas de su puro amor con que había amado
hasta el exceso a los hombres, recibiendo solamente de ellos ingratitudes
y desconocimiento.
“Eso,” le dice Jesús a Margarita, “fue lo que más me dolió de todo
cuanto sufrí en mi Pasión, mientras que si me correspondiesen con algo de amor,
tendría por poco todo lo que hice por ellos y, de poder ser, aún
habría querido hacer más. Mas sólo frialdades y desaires tienen para todo mi
afán en procurarles el bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud
de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades.”
Ante estas palabras, Margarita
solo podía expresarle al Señor su impotencia, Él le replicó: “Toma, ahí
tienes con qué suplir cuanto te falte.” Y del Corazón abierto de
Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó que la iba a consumir, pues
quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que le pidió que tuviese
compasión de su debilidad. Él le respondió:
“Yo seré tu fortaleza, nada
temas, solo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de
prepararte para la realización de mis designios.”
Entonces el Señor le describió a
Margarita exactamente de qué forma se iba a realizar la práctica de la
devoción a Su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación.
Finalmente, Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará
para hacerla caer.
“Primeramente me recibirás en el
Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo;
algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que
recibirás como gajes de mi amor. Comulgarás, además, todos los
primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré participe
de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos, cuya
tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más
difícil de soportar que la muerte. Para acompañarme en la humilde plegaria que
elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias, te levantarás entre
las once y las doce de la noche para postrarte conmigo durante una hora,
con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por
los pecadores, como para endulzar de algún modo la amargura que sentía por el
abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido
velar una hora conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga. Pero, oye hija
mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está
rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían,
a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda
engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes.”
PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESUS A SUS DEVOTOS
1. A las almas consagradas a mi Corazón les daré las
gracias necesarias para su estado.
2. Daré paz a sus familias.
3. Las consolaré en todas sus aflicciones.
4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida y principalmente en la
hora de la muerte.
5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.
6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de
la misericordia.
7. Las almas tibias se harán fervorosas.
8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.
9. Bendeciré las casas y sitios en que esté expuesta y sea honrada la
imagen de mi Sagrado Corazón.
10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones más endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en
mi Corazón, y jamás será borrado de él.
12. A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el
amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia
final.
Jesús a Santa Margarita María de Alacoque
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